Cuando éramos pequeños nos escribíamos sobre el dorso de las manos los teléfonos de los amigos, los recados para que no se nos olvidaran. Escribíamos sobre los pupitres, sobre las cortezas de los árboles y, por supuesto, sobre la piel de nuestros brazos, los nombres de los más queridos, de los más deseados. Escribíamos con tinta. El tiempo y el agua y jabón borraban las huellas convirtiendo en manchas borrosas las obsesiones que parecieron eternas. Aquellas 'chuletas' que nos escribíamos en las palmas de las manos sólo sirvieron para aprobar el examen del colegio, luego el sudor las borraba, desaparecían de nuestra piel y, casi siempre, de nuestra memoria. Pero en esos momentos la piel, nuestra piel, se convertía en el libro de nuestras necesidades, en un diario frágil y perecedero. Saludos.
2 comentarios:
Cuando éramos pequeños nos escribíamos sobre el dorso de las manos los teléfonos de los amigos, los recados para que no se nos olvidaran. Escribíamos sobre los pupitres, sobre las cortezas de los árboles y, por supuesto, sobre la piel de nuestros brazos, los nombres de los más queridos, de los más deseados. Escribíamos con tinta. El tiempo y el agua y jabón borraban las huellas convirtiendo en manchas borrosas las obsesiones que parecieron eternas. Aquellas 'chuletas' que nos escribíamos en las palmas de las manos sólo sirvieron para aprobar el examen del colegio, luego el sudor las borraba, desaparecían de nuestra piel y, casi siempre, de nuestra memoria. Pero en esos momentos la piel, nuestra piel, se convertía en el libro de nuestras necesidades, en un diario frágil y perecedero.
Saludos.
_la vida nos deja huella...
_gracias por el texto :)
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